Y eso no es ninguna tontería, es más, se esperaba un buen concierto, era una apuesta segura, pero Jack White sorprendió dando todo un conciertazo.
Si el perfil de estrella de rock es una especie en extinción (Noel Gallagher dixit), el sábado vimos a uno de los pocos ejemplares que quedan actuar en su hábitat natural.
Con los primeros acordes de "I'm shakin" (de su álbum más reciente: Blunderbuss) como pistoletazo de salida, Jack White ofreció un directo al que no se le puede poner un pero, y si se le pudiera poner uno, él lo rebatió incontestablemente a golpe de guitarra; y hoy en día son pocos los que saben hacerlo como él.
De su nuevo trabajo en solitario pudimos escuchar "Freedom at 21" (con una gran acogida por parte del abundante y entregado publico que llenaba la sala), "Sixteen Saltines" o "Missing Pieces", pero el desmelene (y literal) llegó con "Steady As She Goes" de su etapa con The Raconteurs, y por supuesto cuando llegamos a la fase final del concierto: la etapa The White Stripes. Pese a tenernos ya ganados con sus riffs y sus bailes / duelos musicales con el batería de The Buzzards, fue empezar a tocar "The Hardest Button to Button" y los fans pudieron empezar a desgañitarse agusto. "My Doorbell", "We're Going To Be Friends / Look Me Over Closely" fueron coreadas, disfrutadas y serán recordadas por la que suscribe y otros tantos muchos asistentes más. Por supuesto, el broche final llegó como era de esperar con "Seven Nation Army" y con ellos los tan amados/odiados "looorololololoooo", aunque empiezo a pensar que son inevitables cuando una canción alcanza la categoría de himno...
Y con Jack White, el himno está servido a ritmo de rock.
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